martes, 5 de marzo de 2013

A vueltas con la democracia

A vueltas con la democracia y la disciplina de voto a vueltas con la libertad de expresión, de opinión, de decisión y hablando de coherencia... Quiero hablaros del Psc, en general, y de ideología y democracia. Concretamente me refiero a la votación del Psc y del PSOE respecto a la declaración de soberanía del pueblo catalán. Voy a ir unos meses atrás y citaré otro caso parecido. Estaba leyendo el periódico del día tomándome mi café matutino. Se acercaban las fiestas navideñas y disfrutaba de mi soledad y de la niebla que tozudamente me impedía ver más allá de de los árboles más próximos a mi ventana. Lentamente mi cerebro adormecido se poner en marcha y me resulta, como mínimo, sorprendente que lo realmente significativo de buena parte de la prensa fuera ya no el resultado de una votación, si no que cinco diputados del Psc decidieron no participar en ella por no estar de acuerdo con la posición adoptada por su partido y / o grupo parlamentario. No vengo a hablaros de política, aunque también lo es. Quizá tampoco de ideas o de ideales. En realidad vengo a hablar de democracia y de no perder el norte. Lo que me escandaliza es que demos por hecho y aceptemos con naturalidad que los partidos políticos actúen como máquinas de votar. Pienso que buena parte de la clase política ha perdido el contacto con la sociedad. Me parece “oiros” a algunos de los que me leéis. Inocente me diréis algunos. Ya sabes como va esto… Me da igual. Siguiendo la línea de los cinco diputados que no votaron, yo, como ellos, quiero seguir los dictados de mi conciencia y de lo que pienso. Se que no es tan simple y que podemos caer en el error de simplificar en exceso este tema, pero pienso también que no podemos deshacernos alegremente del intento de ser libres y del derecho a expresarse con libertad, pese a quien pese. La coherencia de una trayectoria política o privada ha de estar por encima de la disciplina de voto. Si vamos a funcionar como una dictadura no nos hacen falta los diputados. El partido sin más, en base a su representación parlamentaria ya puede enviar el peso de sus votos donde sea. Triste, muy triste, ¿no? En esos días de los que os estoy hablando me sentí impotente por un tema parecido. En un plenario del Ayuntamiento del cual soy regidora se nos pide (después de convocarnos de forma extraordinaria) que ratifiquemos un “acuerdo” donde se nos dice que no se harán efectivas las pagas extraordinarias de Navidad a los empleados del Ayuntamiento. Preguntas de todo tipo salieron de boca de los regidores destinadas a no cumplir tal cosa. No pudimos hacer nada al respecto, sólo manifestar nuestro desacuerdo. Nos vimos obligados a acatar una Ley Orgánica y a callar, sin más. Hicimos constar nuestro desacuerdo y, de paso, renunciamos a cobrar el estúpido Pleno como gesto simbólico de apoyo a los trabajadores. Nos preguntábamos que hacíamos en esa reunión y dónde estaba nuestra capacidad de decisión. No podíamos votar a favor y tampoco podíamos incumplir la ley. Una perversión de la democracia, como otras muchas. Vivimos unos tiempos difíciles. En Catalunya, además, la complicada relación con España. No obstante no quiero dejar de tener muy presente que la columna vertebral de la democracia reside en el pueblo (y en sus representantes) y en poder mostrar -¡qué menos! - nuestro desacuerdo. Tratados como monigotes, no pudimos ejercer ningún tipo de democracia. Yo la busco y no la veo por ningún lado. Todo esto para deciros que apoyo a los valientes, descarados, inconscientes, consecuentes, o como les queráis llamar, diputados del Psc que votaron distinto al PSOE. En Catalunya, respecto a la misma votación, cinco parlamentarios se ausentaron. Les multaron, claro está. Pero yo creo que fueron consecuentes. A mi no me gusta que me digan como debo pensar, y entiendo que uno se arrima a una determinada formación política por afinidad. Aún así no veo por qué debo seguir los argumentarios al dedillo. Pienso, luego: decido. La política, en este caso, me recuerda a los pañales infantiles y a la frecuencia con que deben cambiarse.