martes, 10 de diciembre de 2013

Una rosa marchita

Una rosa marchita Cae la tarde. El delicado perfume del níveo rosal impregna mis sentidos. Contemplo distraídamente la belleza de las flores. Siento el impulso de cortar una flor y poseerla. Humanamente erróneo pensar que arrancándola será mía. Quiero sentirme dueña de su hermosura, exhibirla , conservarla conmigo , retener su perfume en mi olfato... Rutinarios quehaceres me reclaman. Dulcemente acaricio la rosa que corté de su rosal y la dejo ahí, esperándome. Sale el sol, pálidos tonos del recién iniciado octubre dan calor a una solitaria rosa marchita. La contemplo extrañamente disgustada por haberla olvidado. ¿Dónde quedó su belleza? ¿Qué fue de mi impulsivo deseo por ella? ! Que velozmente la despojé de su vida para abandonarla a su suerte! Quise disfrutar de ella, de su belleza, de su olor, quise poseerla, ser como ella, hermosa, dulce, suave, perfumada, pura, impregnarme de ella... Y la dejé olvidada...como hacemos con tantas cosas buenas que nos proporciona la vida. Recojo, con reverencia, la flor de mis inquietudes. Un simple hoyo será su morada eterna. Una vez fue hermosa, una vez fue deseada, su belleza la separó de su rosal para caer prontamente en el olvido... Gemma Galgani.

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