lunes, 10 de febrero de 2014

Desde el más allá llegan estas palabras dirigidas al Gobierno Español. "Cataluña es un país vigoroso. Cataluña es un país robusto. Los catalanes son altivos, belicosos, de esforzado corazón; pues palo y hierro a los catalanes, decís vosotros, olvidando que al caballo fogoso y de pura sangre no se le puede domar con el látigo y la espuela, porque indudablemente se dispara y arroja al jinete por el aire. Y si se le quiere entrenar con mano dura, tampoco se logra el objeto, pues entonces, cuando otra cosa no puede, se levanta de manos, se deja caer de espalda y revienta bajo el peso de su cuerpo al jinete que imprudentemente lo castiga. Lo que doma al caballo fogoso son las caricias y la mano suave del jinete. Y contrayéndome a la misma Cataluña, ¿ no es aquel país laborioso, trabajador, inteligente y honrado? No lo podéis negar. Pues entonces, ¿por qué lo mandáis como a un país de salvajes o vagabundos? Ahí está la falta de tacto, ahí está la falta de talento. ¿Que necesidad hay de ver a aquella Barcelona que está hecha siempre un campamento? Los campanarios llenos de soldados, los cuerpos de guardia todos fortificados, los cañones de los fuertes amenazando Barcelona. ¿Y para qué todo esto? Un pueblo tranquilo como aquél, y un pueblo que a las once de la noche es muy poca la gente que se encuentra por las calles, porque como pueblo fabril y trabajador tienen que levantarse al amanecer... ¿Son los catalanes españoles? pues devolvedles las garantías que son suyas, que tienen derecho a usar de ellas, porque las han conquistado con su sangre; igualadlos a los demás españoles; si no los queréis como españoles, levantad de allá vuestros reales, dejadlos que para nada os necesitan, pero si siendo españoles los queréis esclavos, si queréis continuar la política de Felipe V, de ominosa memoria, sea en buena hora, y sea por completo, amarradles a la mesa el cuchillo como lo hizo aquel rey; encerradlos en un círculo de bronce, y si esto no os basta, sea Cataluña talada y destruida y sembrada de sal como la ciudad maldita, PORQUE ASÍ Y SÓLO ASÍ VENCERÉIS NUESTRA ALTIVEZ; ASÍ Y SOLAMENTE ASÍ DOMARÉIS NUESTRA FIEREZA" General Prim, 1851

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